Toc, toc, toc.
- Soy yo. -
Abre la puerta mientras
se cepilla los dientes y cuando su hermana hubo entrado en el
pasillo, corrió al baño a enjuagarse la boca. Desde allí escuchaba
como ella cerraba la puerta y se iba quitando la bufanda y el abrigo.
- ¿Y qué te apetece
hacer hoy? - Escuchó la pregunta, pero no contestó hasta que no se
secó la cara y las manos con la toalla, y hasta que no salió del
baño.
- Pues había pensado en
ir a dar un paseo y a repartir algunos curriculums. - Salió del
salón para dirigirse a su habitación. Tenía que ponerse las botas
y coger algunas cosas antes de salir a la calle. - ¿Hace mucho frío?
- Una afirmación por parte de su hermana le bastó para coger una
bufanda y un gorro. No le gustaba tanta parafernalia en su atuendo,
pero le gustaba menos pasar frío.
- ¿Aún no te han
llamado de ningún sitio? - La joven estaba sentada en el sofá,
observando la pared que tenía en frente, un poco aburrida pero no
por eso menos preocupada por la suerte de su hermana.
- Qué va. Si no lo
encuentro pronto, no sé lo que haré. - Le había dado vueltas al
asunto un millón de veces y no encontraba ninguna salida. Había
acabado la carrera de filología francesa hacía un año y desde
entonces había trabajado en unos cuantos sitios, pero ninguno que le
gustase y que tuviese relación con su carrera: camarera, repartidora
de comida, limpiadora, incluso durante unas cuantas semanas estuvo
repartiendo folletos en la calle. Pero en los últimos tres meses ni
siquiera había encontrado trabajo de eso. Nada, no había encontrado
nada. En este oscuro panorama, se había planteado incluso irse del
país a buscar trabajo.
- No te preocupes, pronto
saldrá algo. - Al menos eso es lo que esperaba ella; el darle ánimos
era lo único que su hermana podía hacer. Por ahora ella seguía
siendo una universitaria que tiraba de la beca para poder sobrevivir,
pero no sabía que pasaría cuando acabase. Intentaba ahorrar al
máximo, pero no es que una beca del Ministerio diese para mucho: a
penas podía pagar los gastos del piso compartido.
- He pensado en irme al
extranjero. No sé, a algún país nórdico o incluso a Canadá,
aunque éste último me pilla un poco lejos y el billete es muy caro,
sin contar los alquileres tan desorbitados que hay para mi economía.
No, definitivamente, Canadá no. Pero a lo mejor podría ir a
Inglaterra, o a Finlandia. Dinamarca dicen que también está muy
bien. No sé, ¿tú qué opinas? - Entró en el salón y se sentó
al lado de su hermana, abatida.
-Deberías utilizar todos
los recursos que tienes aquí, y si ninguno funciona, pues entonces
sí que podrías empezar a plantearte el irte, pero aún tienes
tiempo. - Suspiró e intentó sonreír, pero sabía que su hermana
necesitaba algo más que una sonrisa.
- Han pasado ya tres
meses en los que he vivido a cuesta de lo que tenía ahorrado y de
nuestros padres, y no quiero seguir así. Podría pedirles prestado
para el billete y para uno o dos meses e irme ya. Nadie me asegura
que encuentre algo aquí, pero allí a lo mejor tengo una
posibilidad. - Miró a su hermana y vio que lo que iba a ser una
divertida tarde de hermanas se había convertido en una deprimente
tarde, así que se intentó animar, aunque fuese por ella y sonrió.
- Bueno, venga, no nos vamos a deprimir. Salgamos a dar un paseo y
luego podemos venir a ver una película aquí. - Ya tendría tiempo
de pensar en su futuro cuando estuviese sola. Se levantó y tiró de
su hermana pequeña para que se levantase y se vistiese.
Su futuro era incierto,
al igual que lo era para millones de personas en este país. No había
trabajo, los recién licenciados y graduados tenían que verse
sumergidos en un sin fin de trabajos en los cuales les pagaban una
mierda y que no tenían nada que ver con lo que habían estudiado
durante años. Pero al menos ella tenía la suerte de que estaba
sola, y no había una familia dependiendo de su sueldo para poder
vivir y comer, una suerte que no todo el mundo tenía. El índice de
pobreza había aumentado en los últimos años, el paro más aún, y
la desesperación de la gente estaba aumentando a pasos gigantes.
Quién sabe cuanto tiempo más aguantarían. Por lo que a ella
respecta, poco le faltaba, aunque ella lo solucionaría yéndose del
país, ¿pero y los demás? ¿Se conformarían con este exilio
forzoso o buscarían métodos más violentos para saciar su
desesperación y su furia?
El esnobismo de las artes