“Siempre soñadora,
Siempre libre y perfecta,
Viajera de los tiempos...”
- No, no. Esto es pura
basura. - Hablaba con ímpetu, alzaba la voz, suspiraba, y maldecía
a ritmos incomprensibles. En definitiva, estaba hecho un manojo de
nervios. Escribía, releía, se cabreaba y entonces acababa tachando
con rabia las palabras que había impreso en el papel y volvía a
empezar: otras palabras que se unían en un intento de formar nuevos
versos. Pero nada. Tenía la impresión de que cada vez lo hacía
peor. Lo que escribía no tenía sentido y menos aún, música.
Llevaba intentando escribir un poema desde hacía horas, cuando el
sol aún estaba en su máximo apogeo, pero no lo había conseguido.
Ahora estaba anocheciendo y él se encontraba sentado delante de una
mesa, con una lampara encendida a su lado y rodeado de papeles,
bolígrafos, tazas con rastros de café y restos inservibles de
manzanas. No se sabía muy bien si tenía sangre o café en las
venas, aunque por su nerviosismo e inquietud podría decirse, más
bien, que lo segundo.
“Tú, siempre fiel,
siempre amante y amada,
Tú, tifón primaveral”
«¿Tifón
primaveral?»
se preguntaba molesto y
asombrado. «¡Ni
qué estuviese hablando sobre el amor!»
seguía pensando mientras
volvía a tachar. No es que fuese un gran conocedor de ese mítico
misterio existencial, pero pensaba que tenía protestad suficiente
para opinar sobre el tema debido a que se sabía todo lo referente a
él, todo lo que salía en los libros, por supuesto. Al final, acabó
tachando con furia toda la hoja, marcándola a base de tinta negra y
frustración. La arrancó, la
convirtió en una pelota dispuesta a jugar a ser encestada
y la tiró en la mesa, junto a todas las demás. Poco
después de golpear la libreta con la punta del Bic, se
levantó,
arañando el suelo con la silla y provocando un ruido, que algunos
describirían como «chirriante,
molesto, desagradable».
Cinco minutos después volvía al salón con una manzana medio
mordisqueada y una taza de café frío, dispuesto a seguir, eso sí,
con el mismo estado de animo anterior: derrotado y frustrado.
Todo aquel que ha intentado ser poeta sabe perfectamente lo caprichosas que pueden ser las musas.
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