Y qué decir que era un
caos, era una de esas personas rodeadas de desorden, que pensaba que
incluso dentro del caos podría encontrar el orden pero qué para
encontrarlo podía pasarse tranquilamente medio siglo. Y aún a
pesar del desorden que la rodeaba, adoraba el orden: quería que todo
estuviese en su sitio y si había algo que no iba acorde a su entorno
y situación, se molestaba. Algo chirriaba ante sus sentidos y se
volvía un poco... insoportable, sí, esa es la palabra. Era un poco
neurótica. Sobre todo con algunas cosas. Por ejemplo, no entendía
la manía de la gente de mezclar cosas en busca de vanguardias
alimentarias y estéticas. ¿Qué hay que descubrir cosas nuevas y
evolucionar? ¡No a costa de la armonía y la estética! Ni que nos
hubiésemos vuelto locos, habría dicho. Era un ser extraño, sobre
todo por algunas manías que tenía. Te cuento. Siempre tenía que
llevar los ojos perfilados, incluso para dormir. La palidez de sus
pestañas la volvía insoportable y por eso siempre tenía un lápiz
de ojos a su alcance, indiferentemente de dónde se encontraba, con
quien o porqué. Nunca llegué a saber si era porqué siempre quería
estar presentable para dar una buena imagen o porqué adoraba sus
ojos verdes perfilados por el azabache. A lo mejor era por las dos
cosas, quien sabe. Esto también pasaba con el carmín. Vale que no
dormía con él puesto, pero lo llevaba hasta para estar por casa.
Pocos llegaron a ver el color rosáceo pálido de sus labios. Pero en
este caso estoy convencido de que era por un fetiche suyo, uno de los
tantos que tenía. ¿O era por su narcisismo? Bueno, qué más da, si
para ella el fetichismo y el narcisismo iban de la mano; primos
hermanos les llamaba. Otra manía que tenía era la de llevar siempre
un libro y una pequeña libreta en el bolsillo. Siempre en el mismo
bolsillo y siempre el mismo libro. No sabría decirte cual era, pero
creo que de algún francés. No sería extraño, pues era una
sabelotodo de la literatura francesa. A veces podía ser demasiado
nacionalista, lo admito. Ese orgullo francés que conlleva haber
nacido en un país que fue la cuna de la Ilustración y cuyos
intelectuales y literarios impregnan aún hoy nuestra historia
occidental, la subyugaba. Pero contra todo pronóstico, su director
de cine favorito no era francés, si no uno de esos yanquis. Cosa
extraña, he de deciros, ya que sentía un amor odio por todo lo que
proviniese de ese país. Cada domingo a las ocho de la mañana se
levantaba y se ponía una película de ese director, Woody Allen,
pero siempre eran películas donde le daba una gran importancia a la
ciudad en dónde tenía lugar la historia: Annie Hall, Manhattan,
Midnight in Paris... Las adoraba.
Un personaje curioso esta
joven, uno de esos que no sabes si querer u odiar, porqué la
indiferencia con ella no funciona. Quizá ambas cosas, en diferentes
momentos. ¿Cómo no odiarla cuando se pasaba la vida mirándote con
prepotencia y haciendo comentarios mordaces hacia todo y hacia todos?
Pero, oh queridos/as, cómo no amarla cuando se contoneaba delante
mía y me sonreía con esos labios color carmín y ese olor a
invierno que desprendía de su melena cuando se agitaba en busca de
una taza limpia para el té y su ceño fruncido cuando no la
encontraba y tenía que limpiarla ella misma. Era en esos momentos
cuando habría dado cualquier cosa por poder tocarla y quitarle ese
color rojo pasión para enseñarle al mundo su delicioso color
rosáceo pálido. Ese rosáceo que te noqueaba y te convertía en un
ser salvaje, dispuesto a cometer los más viles crímenes con tal de
que esos labios fuesen tan solo tuyos. Tuyos. Míos. Sólo míos.
¡Pues me ha gustado mucho! Me encantan los fragmentos así que te describe tanto y tanto, yo suelo describir de más siempre cuando escribo algo.
ResponderEliminarLo único que yo soy muy maniática de los párrafos no muy cargados... (También tiene que ver un profesor de universidad que era un hijo de su madre y nos puso unas pautas para todos los trabajos y decía que un párrafo no podía tener más de 5 ó 6 líneas porque si no, molestaba a la vista y, vamos, que te suspendía directamente por eso xD) Así que cogí la manía de hacer párrafos, no tan exactos pero párrafos... Y quizá cuando llevas un rato leyendo, puedes desviarte de línea por ser tan extenso... :3
Una simple opinión como "aprendiz" de escritora y amante de la escritura xD
Un beshote (:
Interesante lo de los párrafos. Tiene mucho sentido, así que intentaré ponerlo en práctica a partir de ahora. Muchas gracias por tus comentarios, preciosa *-*
ResponderEliminarKant hacía párrafos de 15.000 palabras. Los párrafos no tienen condiciones preestablecidas, más allá de que se acaba cuando el tema tratado da un giro o desaparece... a mí me resulta que los párrafos están bien delimitados.
ResponderEliminarPor demás el texto es precioso (excepción hecha de alguna pequeña falta de ortografía).
Debate y reflexión (por mi parte, al menos). ¡Gracias!
ResponderEliminarKant era un tostón.
ResponderEliminarMe ha gustado, la verdad. La protagonista es muy indie y muy manic pixie dream girl. Eso sí, supongo que es el narrador quien la idealiza.
Estoy con Cris en lo de los párrafos más cortos. No abogo por la densidad; se hace pesada. Y conste que no soy fan de la literatura ligera.
Te diría más cosas pero estoy desde el móvil. ¡Sigue escribiendo!
Me ha encantado esa descripción de ella, pero sí, es él quien la idealiza, y convierte en virtudes algunos de sus defectos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu opinión, Gala <3
Juega con la longitud del párrafo.No hay normas.es como las frases.puedes hacerlas rápidas.O largas, llenas de comas, difíciles de leer, farragosas y pesadas. depende qué escribes, qué cuentas...
ResponderEliminarSólo es una opinión :)
Muchas gracias por el consejo :)
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