jueves, 22 de agosto de 2013

Pena de muerte


 Miraba sin interés una cucaracha que a unos metros de ella se debatía sobre que dirección tomar, mientras sus amigos mantenían un debate sobre la pena de muerte, sentados en un banco que había en uno de los tantos parques de Valencia. Los escuchaba de fondo y no era consciente de que se empezaba a poner nerviosa con los comentarios de Laura. Odiaba ese tema de conversación, pero porqué ella estaba totalmente en contra y sentía pánico ante la idea de cambiar de opinión. Defendía plenamente la vida de los demás, incluso en los casos más extremos, además era activista en una organización internacional donde una de las premisas era defender la vida humana ante todo, al igual que el resto de Derechos Humanos, y esta actividad no había pasado desapercibida en su ideología. Gracias a su activismo había leído cosas y escuchado testimonios que le pondría la piel de gallina a más de una persona y que harían replantearse a muchas otras el sí la pena de muerte debería ser o no legal. Pero ella sabía que podría cambiar de opinión, porque era consciente de que no tenía como saber cual sería su reacción si alguien matase a su hermana o a sus padres. ¿Tendría ganas de matarlo/a? Ella quería creer que al principio, pensando en caliente, si que tendría esas ganas, pero en frío... sería otro asunto. Pero, ¿y si no fuese así? Eso la asustaba. Le daba miedo que después de vivir determinadas cosas, sus ideales pudiesen cambiar hacia mal, porque pasar a querer la muerte de alguien, para ella era horrible.

- Pero es qué tú no puedes castigar a alguien con la muerte. No puedes quejarte que han asesinado a alguien pero luego tú hacer lo mismo. Es pura hipocresía. - Se atrevió al fin a decir, indignada ante los comentarios de que la pena de muerte debería ser legal.

- Sara, si en algún momento -qué espero que nunca pase-, entran en tu casa a robar y matan a tus padres, ¿tú no querías lo mismo para el culpable?

Sintió el pánico invadirla, el pulso acelerarse y si hubiera tenido en ese momento un espejo delante suya, podría haber observado como sus pupilas se habían dilatado. Era la pregunta del millón.

- No lo sé. - Notó como todo el mundo se calló. La miraban como si hubiese dicho una atrocidad y ella no sabía si se sentía peor por esas miradas o porqué había sentido como si estuviera traicionando a sus padres. - Es que simplemente no puedo saber como reaccionaría, no soy adivina, y aunque sé que me asfixiaría de dolor, de rabia y de impotencia, no puedo saber si le desearía la muerte. - Intentó justificarse a sabiendas de que sus palabras no acallarían su conciencia ni el impacto que había tenido en los demás. Se removió incómoda en el banco y tan solo se relajó cuando una de sus amigas hizo un comentario divertido, intentando así que la tensión que flotaba en el ambiente desapareciese. Lo consiguió. Aunque con ellas siempre era igual; podían tener fuertes discusiones, hasta el punto de que si no fuesen tan amigas habrían acabado insultándose o algo peor, pero siempre había alguien que acababa haciendo alguna broma, o algún comentario mordaz cuando la situación más lo requería, sonsacando así sonrisas a los presentes. Solo entonces se dio cuenta que tenía una litrona entre sus pies, a la espera de que le diese uso. Y lo hizo. Dio unos tragos, intentando que la cerveza se llevase el nudo que se le había formado en la garganta anteriormente.  

lunes, 19 de agosto de 2013

Carta a unos padres




Queridos mamá y papá,


os escribo esta carta para explicaros mis motivos para tatuarme, para que no os sigáis preocupando por mi futuro y por el “¿qué dirán?”. Sé qué queréis lo mejor para mi, pero no os olvidéis de que yo también quiero lo mismo, y que para tomar decisiones que siempre estarán allí, he tenido que darle muchas vueltas a la cabeza. Sé que no lo comprendéis y que lo aceptáis porque me adoráis y porqué sentís que ya tengo una edad en la cual puedo decidir sobre mi cuerpo y mi vida, y efectivamente así es.


Cuando pensé en escribir esta carta había decidido que quería muchos más tatuajes y que incluso quería que algunos fuesen bastante visible. Lo siento, queridos padres, pero en ocasiones Narciso me invade. Pero no sabía como comunicaros esta decisión sin escandalizaros y sin abrir un abismo entre los tres. Os quiero tanto que me crearía mucho malestar elegir entre vosotros o mis deseos y sueños. Y es por eso por lo que tomé la decisión de escribirlo. Va a tener cinco partes ya que quiero abarcarlo todo y que lo entendáis lo mejor posible, y como maniática que soy, esos puntos quedarán en forma de epígrafes. Sé que puede parecer que esté haciendo un ensayo para la carrera, pero quiero que esto quede lo más “profesional” posible. De verdad, quiero que se entienda muy bien.

1. Simbolismo.

Como no podía ser de otra forma, el primer punto es el simbolismo de los tatuajes, al menos el simbolismo para mi, ya que cada persona le dará un significado diferente, supongo. A veces es difícil comprender porqué son tan importantes para mi, y creo que hay tres motivos fundamentales. La primera es mi necesidad de marcar aquellos momentos, ideologías, recuerdos, sueños, en mi cuerpo; que estén a la vista, pero que en cambio sea la única que los comprenda, porque incluso al explicar la razón, nunca la explico del todo en un afán de que algo que forma parte de mi, siga siendo algo tan solo mío. Me da pánico llegar a la vejez y perder mis recuerdos, dejar de ser… yo, porque para mi es eso, dejar de ser tú, y los tatuajes allí estarán, recordándome cada día algún momento de mi vida, aún cuando no sea realmente consciente de lo que signifiquen ya. El siguiente motivo es el de diferenciarse de los demás en una sociedad dónde para tener éxito y “ser alguien” se tiene que seguir una moda, un prototipo determinado de mujer, que aborrezco porque te corta las alas, te discrimina si no lo cumples, y te lo imponen sutilmente, haciendo que haya personas que se mueren de hambre por tener un “cuerpo 10” o que sufren en ropa incomoda, que te corta la respiración y unos tacones de infarto que diez segundos allí arriba y ya quieres quitártelos y tirarlos a la basura, pero no lo haces, porque tienes que seguir la norma. Lo sé, me diréis que a mi me gustan los tacones y que no entendéis porqué los crítico, pero no estoy maldiciendo a todos los zapatos con tacón, si no a los que son incómodos, perjudiciales para la salud, y que con un movimiento erróneo te puedes fracturar el tobillo en cinco partes diferentes. Sé que incluso los tatuajes se han convertido en una moda, cada vez hay más gente que se tatúa y que ya no tiene tan fuertemente marcada esa rebeldía hacia el sistema, pero aún así, sigo sin ver con todo el brazo tatuado a una ejecutiva de una gran empresa, a un miembro de alguna monarquía, o a un político que vaya a veranear y que puedan pillarle con esas obras de arte en su cuerpo. Y la última razón es la estética. No me refiero a la que está de moda, me refiero a esa estética filosófica, armoniosa, que hace que te invada unas sensaciones escalofriantes al admirar esa belleza, ese arte. No sé muy bien como expresar este punto, ya que lo siento tan dentro que las palabras no se sienten con fuerza de expresarlas, eso rompería su magia.

2. Trabajo.

Sé que una de las cosas que más os preocupan es mi trabajo. “¿Quién te va a contratar si estás toda pintarrajeada de esa manera?” Pues me contratará alguien que le de igual el aspecto de una persona. Estoy estudiando una carrera, que si llego a trabajar alguna vez en lo que quiero y me propongo, que lleve tatuajes será lo menos importante. Y aunque no trabaje en lo que quiero, siempre tendré mi librería, claro, si algún día consigo abrirla. Aún así, soy realista, está difícil el trabajar en lo que uno quiere y más hoy en día, pero justamente por eso no voy a trabajar en esos empleos en los que más importa el aspecto: no seré economista, ni abogada, ni política, ni profesora, ni trabajaré en una gran multinacional, y si la vida me lleva a hacerlo, dudo mucho que sea de cara al público, así que… no problem. ¿Creéis que se fijarán mucho en un bar si llevo tatuajes? ¿O cómo limpiadora? Porque seamos realistas, hoy en día es lo que me espera, aunque aún tengo la esperanza de que las cosas hayan cambiado un poco una vez haya acabado todos los estudios (Máster incluido, claro) y si no, siempre me quedará el extranjero. Pero como una esperanza más, saber que haré todo lo posible por alcanzar mis metas, incluso en el trabajo. Soy de las que creen que si te sabes mover, lo consigues. Y es por eso por lo que me muevo desde ya. Entenderlo, por favor.

3. ¿Qué dirán?

La familia, los amigos, los vecinos… sé que hay muchas personas de las cuales os importan sus opiniones y qué aunque no lo creáis os influencian más de lo necesario, pero es normal. ¿A quién sus amigos y familiares no han influenciado nunca? A mi me influencian y vosotros mismo lo hacéis, constantemente; vivimos en sociedad y tenemos una determinada cultura, y por ende… todo nos afecta. Pero quiero deciros que el grado en el cual os pueden afectar los demás y el tema en el cual lo hacen, depende de vosotros mismos. En mi caso, sé que me pueden influenciar de muchas maneras pero nunca lo harán hasta el punto de dejar de hacer lo que quiero y de ser yo misma. Puedo aceptar críticas, comentarios y opiniones, y depende del tema en el cual se basen, aceptaré modificar, rechazar, plantear/replantear, o no, las cosas. Pero al final, la decisión será mía, y el tomarme a bien o a mal esos comentarios al final también será cosa mía. Por eso os digo que lo que la gente diga, no os tiene que importar ni afectar tanto, y menos si es algo que realmente no tiene mucho que ver con vosotros: es mi cuerpo, es mi vida, ¿por qué los demás tienen que criticarla? ¿Con qué derecho y con qué cara los demás pueden decir que algo ajeno a ellos está mal?

4. Futuro.

Bueno, aquí está una de las preguntas clave, y que en más de una ocasión me han hecho. “¿Y qué pasa si te dejan de gustar y los llegas a aborrecer?” Pues bien, ¿y si eso no llega a pasar nunca? ¿Acaso la gente piensa siempre en su futuro cuando se hincha a coca cola, bollos, pastillas, tabaco, alcohol, o cualquier producto perjudicial para su salud? Esos productos pueden tener más efectos adversos y más dificultades a la hora de eliminarlos que los tatuajes. Además, con total seguridad que el tema de los tatuajes me lo he planteado mejor que ellos la ingesta de determinados productos, algo que puede observarse en esta carta. Y otra cosa, ¿acaso todos nuestros actos en esta vida son en base a lo que pasará en el futuro? Porqué si fuese así, apuesto que muchas personas se habrían comportado de otra manera, así que la pregunta del futuro, queda descartada en mi decisión de tatuarme o no. Pero bueno, como quiero ser lo más realista posible en este tema, para que así vosotros también lo comprendáis mejor, os diré que en el momento en el cual alguno de mis tatuajes no me gusten y me lo quiera quitar, me lo quitaré: la tinta negra es fácil quitarla y que no quede cicatriz. Así, sin más.

5. Dinero.

Y aquí está el dichoso tema, el cual aunque no me guste, tiene que estar por razones más que obvias. Nunca os pediré dinero para tatuajes, eso de partida. Todos los que me haga será con dinero propio o porque me lo hayan regalado, sí, me pueden regalar tatuajes, es un buen regalo, aunque no lo creáis y aunque pueda no parecerlo. Si tengo que esperarme un año para ahorrar y hacerme el tatuaje que quiero, lo haré. Si tengo que trabajar (claro, si encuentro trabajo) más, para poder permitírmelo, lo haré. De verdad que son muy importantes para mi, no sólo una moda pasajera.


Y allí están todos los puntos, a lo mejor no desarrollados de la mejor manera y que a lo mejor, seguramente, no os haya convencido para apoyarme más al respecto, pero lo he intentado, y al menos sé que ahora sabéis lo que significan para mi y eso ya es algo muy importante.

Desahogo


Estoy tan frustrada y cabreada con este sistema y con las jodidas reformas que han estado haciendo que a veces el pacifismo y la violencia se me mezclan, se funden, se transforman en mi cabeza sin saber ya que defender y qué quiero, y una intenta desprestigiar a la otra, en una lucha por ganar espacio en mi mente y cuando gana la violencia, frases como “acabaremos con vosotros, malditos cabrones, veréis de lo que somos capaces” inundan mi cabeza, calentando mi espíritu. Pero cuando el pacifismo gana, aun cuando estoy mejor conmigo misma, no puedo evitar que en ocasiones, remansos de pesimismo me invadan, o  ¿es que acaso este sistema corrupto, denigrante, estratificador, patriarcal y un largo etcétera de términos negativos, se quedará de manos cruzadas cuando de verdad se vean amenazados por el pueblo? Y cuándo eso pase… ¿nosotros seguiremos con las manos alzadas cantando que “estas son nuestras armas”? Y es así como mi dilema vuelve a empezar, bailando en un círculo vicioso, el cual por ahora, no tiene fin.

Hirondelle


Desde que era una cría empecé a sentir una predilección por los libros, un amor y una obsesión que me satisfacía. Nunca me olvidaré cuando le dije a mi abuela que ya era mayor para libros con dibujos (tendría unos ocho años) y que quería que desde ese momento me regalase siempre libros sin imágenes. Ella era mi fuente de libros, puesto que por esas fechas mis padres habían venido a España, y mi hermana y yo vivíamos con ella. Días después vino a casa con un libro de Leyendas y ¡sin fotografías! No os podéis imaginar lo feliz que fui en esos momentos.
Años más tarde, cuando era una adolescente hormonada, empecé a incubar lo que más tarde sería uno de mis más grandes y personales sueños: abrir una librería. A día de hoy lo tengo casi todo pensado: sé como tiene que ser por dentro, sé sus secciones, sus comodidades y las ofertas culturales que quiero que ofrezca. Sé que tiene que ser en Barcelona, o si no, en algún rincón mágico de Francia, de Irlanda o por qué no… de Italia. Y hasta sé el nombre: Hirondelle. Puesto que las Golondrinas son sinónimo de Libertad, porque desprenden magia con cada aleteo, porque ilusionan cuando las ves volver cada primavera, rondando tu ventana.

No sé cuando podré llevar este sueño a la realidad, ni como será el mundo, ni que será de la literatura dentro de unos pocos años, y de los maravillosos formatos papel que hoy en día empiezan a transformarse en aparatos tecnológicos, fríos e inertes de vida. Pero sé que lo quiero intentar, aunque para ello tengo que buscar durante años el rincón más apropiado para el tipo de librería que yo quiero, y aunque para ello tenga que renunciar a los países en los que sueño abrirla, para tener que irme al otro lado del mundo. Porqué por mi Hirondelle, merecerá la pena.

Ellos vs Tú


Te mienten, te roban, te asesinan, te encarcelan, te reducen a una cifra, a un porcentaje, ¿y tú qué haces? Los votas, les das tu dinero, tu tiempo, tu vida y cuando te destrozan no haces nada. ¿Qué hace falta para que saltes de tu sofá y aterrices en la calle, con el puño en alto y con un micrófono por voz? ¿Qué te apunten con un arma? ¿Qué sean tus padres, hermanxs, hijxs, y/o pareja a quien maten? ¿No es suficiente con atentar contra la vida, la libertad, la integridad de los demás? ¡Son personas, joder! ¡Cómo tú, cómo yo! Con unos sueños, unas esperanzas, una vida. ¿Dónde queda la sororidad/fraternidad, el apoyo mutuo, la lucha continua? Maldita sea, parece que los demás no tengan nada que ver contigo, y no te das cuenta que no eres nadie sin el otro. No somos nadie sin los demás. ¿Cómo puedes dormir sabiendo que eres cómplice de la destrucción de los demás? ¿No tienes pesadillas? Porqué a mi se me cae la cara de vergüenza incluso cuando paso por al lado de un necesitado y no puedo ayudarlo y sé que yo llegaré a casa y tengo una cama, una ducha y comida. No lo entiendo, de verdad que no. No sé como te puedes quedar en casa con todo lo que está pasando, con todo lo que esos malditos bastardos hacen. ¡Se están pegando la gran vida a costa de la nuestra! ¿No te das cuenta? ¿Cómo puedes no hacerlo?

Son unos putos vampiros y nosotros su sangre fresca y tú…

Regreso


¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que estuve aquí? Días, semanas... meses. Lo había dejado pensando que ya había pasado esta etapa, que necesitaba otra cosa; otro nombre, otra temática. Un sitio en el cual poder dejar cualquier cosa que quisiese: un texto, un pensamiento, una reseña o un crítica: absolutamente cualquier cosa. No funcionó. No lo hizo porqué no sentía apego hacia ese blog. No era Poesenthya Cocco. Esta noche volví a entrar a ese sitio, llevada por a saber qué pensamiento, y me encontré un comentario nuevo en mi última entrada. Era de una antigua blogger que seguía fervientemente y que ella me seguía a mi: Yaiza. Sus palabras removieron algo, me despertaron de cierto letargo "bloguil". Volví a visitar este blog, mi pequeño. Releí entradas, me acordé de los buenos momentos, reflexioné un poco y me pregunté: ¿por qué no renovar éste? ¿Por qué no editarlo y dejarlo tal cual yo quería pero guardando ese pasado y ese cariño entrañable que sentía por él? Y al final, decidí, algo más que obvio teniendo en cuenta esta entrada. Y aquí estoy, con nombre nuevo -sin perder el Cocco, por supuesto- en el mundo blogger, ya que fuera lleva siendo mi seudónimo desde hace un tiempo.

He decidido que algunas de las entradas de ese otro blog, de ese hijo bastardo al cual aún queriendo y ofreciéndole mi apellido, no conseguí darle el cariño necesario, las traeré aquí, aunque sea para darle cierta importancia a su existencia. 

Creo necesario despedirme ya y ponerme manos a la obra al traslado y a la mudanza de esas proezas y otros textos, que alguno que otro tengo guardado por allí, aún cuando la inspiración lleva tiempo sin visitarme, algo que, nuevamente, no es de extrañar.

Un abrazo a toda aquella persona que me lee, se acuerda de mi y se alegra de mi regreso.