
Te despiertas una fría mañana de
invierno y te quedas observando el blanco techo que te observa en silencio. Ni
una sola mancha. Ni una grieta. ¿Pero acaso te importa? En absoluto. Te cuesta
salir de la cama y no por sueño, ni por vagueza, si no por frío. Un frío que te
cala hondo y que tarda en abandonarte. Y llegas al baño, enciendes la luz y te
miras al espejo. “Necesito...
Sin nada